03 enero, 2012

Ensoñaciones

De aquel entonces recuerdo lo pequeña que me sentía a su lado, cómo podía ocultar mi mano entera en la palma de la suya. Era fuerte, y rápido!

Ahora estamos corriendo, echamos una carrera! Siento como unas carcajadas balsámicas nacen en lo más profundo de mi ser y recorren todo mi cuerpo hasta explotar en mi garganta, había ganado, me había dejado ganar. Con un guiño me toma de la mano de nuevo y llegamos a casa.

Subo las escaleras al trote y en el último escalón me tropiezo y caigo. En lugar de recorrer la corta distancia que me separa del suelo parece que caigo directamente en el abismo del tiempo, para recorrer los 20 años por los que había viajado sin darme cuenta, me despierto sobresaltada.

La almohada está húmeda. Me levanto para beber un poco de agua, más que por sed por sacudirme de encima esa sensación con la que me había despertado. Tras la visita a la cocina paso por el salón y me asomo a la puerta de su habitación, ahora vacía.

Las despedidas nunca se me han dado bien, y menos aún las definitivas.

Aunque no lo confiese cuando estoy con otra gente, en lo más íntimo de mi ser creo que el lenguaje más importante es el que está por encima de las palabras en un nivel en que la comprensión de lo que somos y lo que sentimos fluye entre nosotros como el aire. Creo que donde quiera que estés ahora, si es que estás, comprendes lo que el idioma de mis gestos significaba cuando todavía estabas aquí, a tu manera, y lo que significa todo lo que callo ahora que te has ido.

Cuando toda cordura te había abandonado y lo único que compartías con el mundo eran frases sueltas que para nadie tenían significado trataba con vehemencia de armar las piezas sueltas de tu demencia para darle significado, ahora creo que debería haber aprendido a disfrutarte de otra forma, pero ya es tarde.

Hoy he soñado que la distancia no era un problema y que me despedía de ti antes de este último gran viaje, al despertar me agobió la idea de que no ha sido así y sobretodo me atormenta pensar que no recuerdo si la última vez que salí de casa te di un beso para despedirme.

Ahora mismo mi mente, mis gestos y mis lágrimas te están deseando buen viaje y te piden que si estás te cuides mucho.

Espero de alguna forma hacerte llegar todo mi cariño, ahora que ya no estás, mientras me resigno a que ya no puedo hacerlo